Como hemos visto anteriormente existen luces con varios tipos de sensores de movimiento, o detectores de presencia. Cada tecnología tiene su propias características, aunque su funcionamiento básico es el mismo: un elemento emisor proyecta una señal que recorre un espacio determinado. Esta señal rebota en los objetos que encuentra y es captada de vuelta por un elemento receptor. Mediante la comparación de las señales recibidas el sistema detecta la presencia de nuevos objetos, variaciones en su posición o en su temperatura.
Las luces con sensor de presencia, están programadas para encenderse automáticamente al detectar cambios en los objetos y permanecer encendidas durante el tiempo que se haya preestablecido.
Los sensores de movimiento tienen varios ángulos de detección, dependiendo de la zona que se quiera cubrir. Si se instala un detector en el techo, en el centro de una habitación, es interesante que el sensor cubra un ángulo de 360º, para detectar movimiento en cualquier zona de la habitación. Pero si el sensor se instala en una esquina entre dos paredes con que cubra un ángulo aproximado de 120º, el espacio libre frente a él, es suficiente.
Las luces con sensor de movimiento tienen un radio de detección, una sensibilidad y un ajuste del temporizador determinados, que, dependiendo del modelo, pueden ser modificados por el usuario.